Sangre maligna y malvada, te posaste sobre él como tu abanico
Envolviste su cuerpo de ti, lo alimentaste de ti
Ahora lloro su sangre derramada,
El intenso color de su agonía
El espesor de su palpitar.
Lloré su sangre, como lloré su óbito, como lloré su amor
Los valles continuamente envolvían su vigor
lentamenete, diseminaba su escencia, él.
Y como si fuera poco, bebía de ella,se hidrataba con ella
Sufría allí de la ausencia y la soledad,tristeza y melancolía.
De repente su vida no era más que calor y fatiga,
Ahora sólo quedaba el aliento de un fiel caballero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario