Aquella noche fría, nublada de ilusiones y risas... Lo conocí...
Sus ojos marrón todavía describían el anhelo por ella,todavía la amaban...
Quizá el destino hizo que conociera a tan simpático hombrecillo, cargado de pesares,vida y comedia...
Indescriptible joven aquel, sus manos parecían estar álgidas, su corazón cálido y efervescente, su alma desolada...
Cada tarde después de esa noche vaga una silueta perfumada, su efluvio entra de repente a mi lar cada sábado a las 4 de la tarde como si quisiera recapitular el primero de todos...
¿Que si le conozco?No.
Ahora lleva sonrisas pintadas en su rostro, luce más sosegado, anda más ensoberbecido y con el alma en sus manos...
Me concede algo de sí para que yo lo disfrute, pero no consigue aún, ser Feliz...
Puedo observarle, puedo saber que el tiempo pasa, él ahora está aquí, pero puede verse su falta de ella...
Mientras él lo niega, yo lo descubro, se siente como si yo le distrajera, como si yo le ayudara a olvidarla...
Frío amante...
Bienvenido al mundo de los sueños....
¡Adéntrate en mi imaginación!
martes, 31 de julio de 2012
jueves, 26 de julio de 2012
Alma Vagante...
En la plazoleta de aquella triste villa, una mujer se abatía en sollozos,
Sus lágrimas no eran más que espejismos del corazón,
Sufría de dilemas y complejos, del amor no conocía más que a su madre,
La espesura de su sangre se acobardaba y moría con ella, lentamente,
Es superficial.
La vi recostada en el muro, sentenciando sus penas,
Gastando sus monedas en tragos tan amargos como las tardes grises,
Violando silencios cual Monarca Infielmente puesto,
Descubrí, que su alma se desvanecía poco a poco en su mirar.
Era la Muerte.
Era ella, tan dulce que venía a llevar a una de sus hijas a su nueva morada,
Venía para portar consigo la señal de perfección, la señal de Infelicidad,
Arrebataba cada segundo de su corta vida,
Se apropiaba de lo que algún día había sido suyo,
Y allí estaba ella: La muerte, soportando el suplicio de su hija.
Quién diría que la Muerte, tan hermosa como se pinta, pero tan macabra como suena,
Estaba salvándola de la vida...
Sus lágrimas no eran más que espejismos del corazón,
Sufría de dilemas y complejos, del amor no conocía más que a su madre,
La espesura de su sangre se acobardaba y moría con ella, lentamente,
Es superficial.
La vi recostada en el muro, sentenciando sus penas,
Gastando sus monedas en tragos tan amargos como las tardes grises,
Violando silencios cual Monarca Infielmente puesto,
Descubrí, que su alma se desvanecía poco a poco en su mirar.
Era la Muerte.
Era ella, tan dulce que venía a llevar a una de sus hijas a su nueva morada,
Venía para portar consigo la señal de perfección, la señal de Infelicidad,
Arrebataba cada segundo de su corta vida,
Se apropiaba de lo que algún día había sido suyo,
Y allí estaba ella: La muerte, soportando el suplicio de su hija.
Quién diría que la Muerte, tan hermosa como se pinta, pero tan macabra como suena,
Estaba salvándola de la vida...
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